Palabra tabú: cáncer
- Conchi Sánchez
- 5 feb 2020
- 3 Min. de lectura
Bajo el lema "Yo soy y Voy a", la comunidad global conmemora este 4 de febrero el Día Mundial contra el Cáncer.
Cada uno de nosotros tiene una realidad en relación a esta enfermedad y la mía es de temor, supongo como la de la mayoría de vosotras. Alrededor de ese miedo, la palabra cáncer me es difícil de pronunciar. Una palabra tabú que hace nudo porque desgraciadamente son muchas las personas afectadas y parte de ellas, no consiguen superarla.
La cuestión es que nadie de nosotros sabe cuando puede llegar un diagnóstico tan tremendo a nuestra vida.
¿Entonces? ¿Espero paralizada por mi miedo o decido afrontarlo y asumir mi parte de responsabilidad? Empezar a asumir que somos co-creadores de nuestra vida lleva su trabajo de interiorización porque se acabó echar la culpa fuera.

Es entonces cuando dejamos de hablar de un sólo miedo (al cáncer) y afloran otros como por ejemplo el miedo a salir de nuestra zona de confort.
Me doy cuenta que lo más sanador para mí es dejar de pensar y empezar a hacer. Salir de la masa que se deja arrastrar por la inacción y cuidar todos los agentes externos que pueden influir en mi salud y la de mi familia.
Así, voy a aplicar con firmeza mi conocimiento teórico y experiencias. Esto se manifiesta en:
1. Hacer ejercicio físico: pero es que resulta que somos vagos y la frase "es que no tengo tiempo" justifica toda nuestra inactividad. Es cierto que cada uno tiene obligaciones que cumplir pero hay que tomar consciencia de como nos estamos relacionando con nuestro cuerpo. ¿Nos queremos lo suficiente para cuidarlo?
Mira hacia dentro, ¿cómo te sientes?. Y con tu respuesta, levántate a planificar tu próxima semana en la que incluirás algún tiempo para hacer ejercicio físico. No olvides incluir además de trabajo cardiovascular, sesiones de fuerza (ya sabes que las autocargas son ideales porque no necesitas ningún material auxiliar).
2. Cambios en tu alimentación: aquellos alimentos que tienen un impacto nocivo debes reducirlos. Por ejemplo, disminuye el consumo de carne, de embutidos y dulce. Si eres jóven y vives con tu familia, aprovecha alguna comida para contarles que te apetece reducir el consumo de algunos alimentos y explícales los motivos. Estoy segura que la mayoría de tus propuestas tendrán una excelente acogida en casa y si no fuera así, tú sólo puedes emprender este reto. Si tú cambias, todo cambia y seguro que será de la aprobación de tu familia aunque para ellos suponga un cambio muy drástico que no estén todavía dispuestos a realizar.
Un porcentaje alto de la salud, depende de la alimentación y creo que es básico dedicar tiempo a la cocina. Huye de los alimentos procesados malos y apuesta por alimentos de temporada y de proximidad porque estos tienen más tiempo de maduración y son más valiosos.
Las modas y tendencias siempre han estado y estarán pero dedicar parte de tu formación de vida (y cuanto antes mejor) a saber relacionarte bien con los alimentos es SALUD.
La incorporación de nuevos hábitos es un proceso que tendrá más o menos éxito en función de nuestro grado de responsabilidad. Nuestro logro en ello depende exclusivamente de nosotros. ¿Qué suerte no? Aquí tampoco interviene la suerte. Solamente has de atender a los principios de entrenamiento que te cuento en clase: principio de adaptación, de progresión y continuidad.
En este artículo he querido escribir sobre ser consciente de nuestros hábitos saludables y contribuir para mejorarlos. Y si llega alguna enfermedad (que tendréis una vida muy larga y claro que llegará) la afrontemos sin culpa.
El cáncer es una enfermedad con múltiples factores desencadenantes; en unos puedo actuar y en otros no.
Pues bien, acepto mi parte de responsabilidad y estoy convencida de querer ayudarme a vivir mejor.
¿Y tú?
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